¿En qué consiste la endodoncia?

Es un procedimiento totalmente indoloro que proporciona un gran beneficio para la salud dental de los pacientes. Este tratamiento consiste en tratar el interior del diente infectado o descompuesto con el objetivo de aliviar el dolor y evitar su pérdida.

Una de las principales causas de la aparición de las infecciones en los dientes es la aparición de las caries, grietas o fracturas ya que estos pueden afectar a los tejidos internos.

La mayoría de los tratamientos de endodoncia son un éxito y suelen durar mucho tiempo, siempre y cuando el paciente mantenga una buena higiene dental.

Tipos de Endodoncia

La clasificación de las endodoncias dependerá del número de conductos radiculares puesto que no todos los dientes tienen los mismos. Por tanto, existen tres tipos de endodoncia:

  1. Endodoncias unirradiculares: Este tipo de procedimientos se lleva a cabo con un solo conducto radicular ya que, normalmente, los dientes como los incisivos centrales y laterales, los primeros y segundos premorales inferiores y los caninos tanto inferiores como superiores suelen presentar una sola raíz.

  2. Endodoncias birraculares: Este procedimiento se realiza a aquellos dientes que presentan dos conductos radiculares, tales como los segundos premorales superiores que suelen presentar una sola raíz.

  3. Endodoncias multicudiculares: Estas endodoncias son realizadas a aquellos dientes que tienen tres o más conductos radiculares. Los molares tanto inferiores como superiores cuentan con cuatro conductos radiculares, ya que suelen presentar dos raíces.

Fases del tratamiento

La endodoncia se lleva a cabo a partir de diversas fases:

  1. Realización de una radiografía y un diagnostico para valorar el estado en el que se encuentra el paciente y establecer un tratamiento adecuado para cada uno.

  2. Este proceso inicia con la aplicación de anestesia local y, después, se coloca un dique de goma alrededor del diente para evitar la entrada de saliva o sangre durante el tratamiento.

  3. En esta fase se lleva a cabo la extracción pulpar. Para ello, se perfora el diente y se elimina la pulpa, las bacterias o el tejido nervioso que esté descompuesto. Posteriormente, se raspan y se liman los lados de los conductos radiculares para, después, eliminar los restos con clorhexidina o hipoclorito de sodio.