Primavera, alergias y efectos en la salud de nuestra boca
Seguro que si te preocupas por tu salud bucodental has escuchado alguna vez aquello de que la salud general de nuestro cuerpo empieza por la salud de nuestra boca. Existe una relación muy grande entre las dolencias o enfermedades que podemos padecer y cómo afectan -o qué importancia de procedencia tienen- a la boca. Con la entrada de la primavera, y pese a que vivamos un tiempo de confinamiento, entran en juego las alergias propias de esta época del año. No estar alerta nos puede incordiar e impedir disfrutar como se merece una de las estaciones más bonitas.
Sequedad y dolor dental
Dos de los grandes síntomas por los que podemos conocer que las alergias primaverales están afectando a nuestra salud bucodental son si sentimos sequedad bucal y/o dolor dental. Ahora bien, ¿por qué?
La sequedad encuentra una explicación muy sencilla en que, cuando padecemos congestión nasal, respiramos más por la boca, y la entrada y salida constante de aire seca la saliva y la mucosidad. Es una sensación que va a más si, para reducir nuestra congestión, recurrimos a los antihistamínicos, pues estos secan nuestra boca y, además, su elevado consumo puede traer otras incómodas consecuencias, como puedan ser la aparición de caries, debilitar las encías o provocar mal aliento. Una de las grandes funciones de la saliva es la eliminación de bacterias, por lo que con la desaparición de esta aumentan las segundas.
Así, la primavera puede secar nuestra boca y, de manera relacionada, causarnos dolor o malestar, como el de la irritación de la garganta, muy común si no somos constantes con nuestro cepillado dental. Sentir dolor sinusal es una manifestación de nuestro cuerpo cuando está luchando contra el polen, y los dolores que sentimos en el rostro por la mayor cantidad de moco también alcanzan nuestra boca, sintiendo presión y mayor sensibilidad a alimentos fríos y calientes, así como sensación de falta de agarre cuando hacemos movimientos bruscos.
Cómo combatir el efecto de las alergias
El principal remedio que tenemos que poner es el de aumentar la hidratación. Beber más agua y más a menudo nos ayudará a mantener los niveles de saliva en nuestra boca, ayudando así a reducir la sequedad y, por tanto, reducir el riesgo de padecer caries, gingivitis, periodontitis o halitosis.
Por supuesto, tenemos que ser estrictos con nuestra higiene bucodental y, si solo hacíamos cepillado, añadirle el colutorio y el hilo dental para una limpieza más exhaustiva, así como aumentar el tiempo de cepillado de los dientes. Este compromiso reducirá el número de bacterias en nuestra boca y sus consecuencias.
Además, existen remedios más caseros como son, por ejemplo, el de beber un vaso de agua con una cucharada de sal, muy efectivo para eliminar moco y así reabrir la nariz para la respiración, no teniendo que tirar tanto de la boca. También, contar con el clásico filtro purificador -especialmente si tenemos mascotas en casa-, secar la ropa en secadora para que no entre en contacto con agentes alérgenos al aire libre y respetar más nuestros horarios de descanso y sueño.
Y, por supuesto, visitar al dentista para que nos ayude a determinar el origen de nuestras molestias y cómo combatirlas.
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